La paella no fue lo más apreciado desde el principio. No era consistente con el entorno y con el espíritu. Por ello, tras solicitud insistente por parte de jugadores y comensales, se decidió cambiar a la mucho más lógica fabada. Y además, se hizo acompañar por la tradicional tarta de frixuelos. Por ello ahora el Mirasol no solo está asociado al golf entre amigos, sino a la gastronomía asturiana. Que siga así!